Cañete y tal





Dicen en mi pueblo: “en el pisar se conoce el caballo” y  a ese tal Cañete, se le han visto los andares nada más abrir la puerta de toriles, el  caballero con  aires de cacique, resulta que no es más que un auténtico gili-pollas,  lo más y mejor de la casta pepera, según afirman ellos mismos.

Tanta adulación proveniente de su propia casa,  ha convertido  a este elemento en un ser superior, tanto que para evitar que sus brotes de petulancia pongan luz sobre lo que son y representan los cohabitantes de esa dehesa, han resuelto para evitar dar más luz a los votantes, que el señor mejor  tapadito.

Y es que los prepotentes son lo que son, igual que esos “mamaos” de taberna propensos a discutir sobre quien la tiene más larga y, es que ya se sabe que el vino saca al hombre de tino y en algunos casos, parece que no hace falta ni  la bebida, hay quien se embriaga con solo ver un micrófono.

Estos tipos lo tienen claro, conviniendo  libertad y fe  llenan sus alforjas con el apoyo de un voto arrodillado. Basta fijarnos un poquito para ver la coincidencia de intereses de  caciques y  púlpito,  a unos y otros les  sostienen,  las mujeres  que aún hoy asumen ser  menospreciadas  y los hombres  sumisos.

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