Una cara de cipote con gafas de sol para subir la audiencia

En la televisión es evidente que el fin justifica los medios. El fin más evidente para una televisión es la audiencia, y los medios cualquiera que genere morbo.
¿Alguien puede imaginar que la aparición de la cantante inglesa Susan Boyle en un programa de la TV, es una simple casualidad?. No es posible imaginar que su imagen y su voz pasaron los castings sin que nadie reparara en lo que podría suponer para el programa, como si el mismo fuera simple improvisación. En este caso se contaba ya con una experiencia similar de la edición anterior con resultado inmejorable, por lo que repetir suponía apostar por algo que ya se sabía que funcionaba. La persona y las consecuencias tan previsibles con el montaje, no importan nada ni a productores ni responsables de la cadena
En España se suceden las ediciones de Operación Triunfo, en su momento, la bajada de audiencia en TVE, propiciaría el cambio de cadena, y en Tele 5 al tratarse de una cadena privada, resulta más fácil realizar cualquier tipo de montaje que permita llamar la atención de la audiencia, sobran las explicaciones.
Recordaran como en un momento determinado de la edición de 2005, ante el creciente desinterés del programa y la consiguiente pérdida de audiencia, se toma la medida de adjudicar a la jurado, Noemí Galera, el papel de impertinente y grosera con Idaira, una concursante Canaria, a la que trataba con tal dureza que el Cabildo de Tenerife formuló una protesta formal por la actuación y los gestos de Galera.
El resultado todo un éxito, la audiencia dolida apoyando de forma masiva a la joven y en Canarias sus paisanos promoviendo una campaña a su favor. Objetivo cumplido, pero con un pequeño problema, Noemí Galera quedaba como una “pedorra”, en su papel tan impropio para la imagen de una ejecutiva, llamativa por sus muecas.
En la edición actual aparece José Ramón Martínez “Ramoncín” un chico para todo, que en diciembre de 2002 firmaba un manifiesto contra Operación Triunfo, titulado “Otro timo no”, una campaña impulsada por una asociación de críticos musicales con el mensaje “Te cambiamos un disco de O.T. por uno de verdad”. Siete años después el personaje se apunta al carro como jurado. Un puesto acorde con su impecable trayectoria musical, pues sin dudas el “Rey del Pollo frito”, vale mucho, o cuanto menos vale para ese puesto tan meritorio.
Pero si el experimento Galera funcionó, como hemos contado en la edición de 2005, alguien tendría que ocupar su lugar, y es aquí donde aparece la cara de cipote con gafas de sol, como protagonista del espectáculo y medio para subir la audiencia.
El papel interpretado por el personaje no tiene desperdicio, chulo, prepotente, pendenciero, se dedica a dar “hostias” a todo lo que se mueve; presentador, técnicos, profesores, compañeros de jurado y por supuesto participantes. Lo dicho vale todo, si en función del morbo que despierta el espectáculo, se consigue el fin de hacer que suba la audiencia.
A todo esto, los jóvenes participantes, con cara de alucinados y rodilla en tierra, escuchan anonadados el chorreo proveniente del cipote con gafas de sol, mientras las muecas de Noemí Galera adornan la pantalla.
Uno es consciente de que escribir sobre esto es amplificar la “gracieta”, pero aquí estamos. Me gustaría llegar principalmente a los participantes, familiares y paisanos, para sugerir que no entren en el juego. A los paisanos que no gasten un € en el empeño, ya que la causa no lo merece, a la familia que la prudencia y la educación no tienen que someterse a la impertinencia, los guiones y sus actores son barrio bajeros, chungos y mal ejemplo para cualquiera. ¿Alguien puede imaginar hoy ese talante como método de un profesorado?. La falta de respeto comporta violencia y no es racional propiciar ni odio ni rencor. Un maestro tiene que utilizar otras claves, y el jurado como se decía antiguamente, predicar con el ejemplo.
En cuanto a los jóvenes participantes, me gustaría se preguntaran si ¿esos momentos de gloria, justifican mostrarse acomplejados, cobardes, de rodillas?. La política del miedo mostrada en directo a la sociedad, necesita de una replica valiente y educada. Sin duda, ganaría mucho más quien fuera capaz de recriminar con educación, el fondo y las formas, exigiendo respeto, como medida didáctica y ejemplo para una sociedad tan necesitada de argumentos, principalmente en el terreno de la educación.
Los espectadores, no estaría mal que pensáramos, si tiene lógica permitir que el despotismo y la bazofia, tan instalados y cercanos a nuestras obligaciones cotidianas, entren en nuestras casas para formar parte de nuestros momentos, dedicados al ocio.

Comentarios

  1. ayyyy omá la tele hijo, es lo que tiene xD

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  2. Apague la televisión, se hará un gran favor.

    Un saludo

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