El comentarista de televisión narra la entrada de Nelson Mandela en el estadio Soccer City, de Johannesburgo. Lo hace en silla de ruedas, asistido por varios colaboradores y a uno al escucharlo, se le ponen los pelos de punta.
Juntos, con motivo de la final del campeonato del mundo de fútbol la representación vida de la dignidad, en un espacio de ocio y la ilusión de quienes hemos disfrutado con el fútbol a lo largo del tiempo.
Difícil de explicar y de entender, los motivos de un sentimiento, los encontrados de la mano de un padre que apasionado por los deportes, se hacía acompañar en los partidos de un Metropolitano vecino y, en los acontecimientos de atletismo que se celebraban en el también vecino, estadio Vallehermoso, donde los saltos de longitud, altura, junto a las carreras de un legendario Manolo Haro, pequeño gran hombre, mostraban las grandezas del deporte y los deportistas.
¿Veremos alguna vez a España en la final de un campeonato del mundo?, nos preguntábamos los amigos desde niños. Ha cambiado la filosofía de ese fútbol que mezclaba lo profesional con lo amateur y hemos cambiado nosotros. En estos momentos previos al partido, un sinfín de emociones, transpiran por cada poro de mi cuerpo, al margen de las banderas, uno encuentra la satisfacción de haber visto crecer a su país, con la llegada de la democracia, en cada una de las citas del deporte internacional, y también en lo social.
De la mano de ese padre ausente, entendí que la grandeza del deporte tiene dos caras, la del ganador, algo menor por lo fácil de asimilar y la del derrotado, que viene a reflejar la importancia de lo cotidiano. Por eso esta noche seré feliz en cualquier caso, si las manos de Nelson entregan la copa a Casillas, no podré evitar compartir la grandeza de ese hombre apellidado Mandela, con la de un equipo perdedor de tres finales del campeonato del mundo de fútbol.
La idea de perder no quiero contemplarla, pero de suceder, pensaré en el rival, al que habría costado tres intentos y en ese futuro que ahora, vemos más abierto.
Juntos, con motivo de la final del campeonato del mundo de fútbol la representación vida de la dignidad, en un espacio de ocio y la ilusión de quienes hemos disfrutado con el fútbol a lo largo del tiempo.
Difícil de explicar y de entender, los motivos de un sentimiento, los encontrados de la mano de un padre que apasionado por los deportes, se hacía acompañar en los partidos de un Metropolitano vecino y, en los acontecimientos de atletismo que se celebraban en el también vecino, estadio Vallehermoso, donde los saltos de longitud, altura, junto a las carreras de un legendario Manolo Haro, pequeño gran hombre, mostraban las grandezas del deporte y los deportistas.
¿Veremos alguna vez a España en la final de un campeonato del mundo?, nos preguntábamos los amigos desde niños. Ha cambiado la filosofía de ese fútbol que mezclaba lo profesional con lo amateur y hemos cambiado nosotros. En estos momentos previos al partido, un sinfín de emociones, transpiran por cada poro de mi cuerpo, al margen de las banderas, uno encuentra la satisfacción de haber visto crecer a su país, con la llegada de la democracia, en cada una de las citas del deporte internacional, y también en lo social.
De la mano de ese padre ausente, entendí que la grandeza del deporte tiene dos caras, la del ganador, algo menor por lo fácil de asimilar y la del derrotado, que viene a reflejar la importancia de lo cotidiano. Por eso esta noche seré feliz en cualquier caso, si las manos de Nelson entregan la copa a Casillas, no podré evitar compartir la grandeza de ese hombre apellidado Mandela, con la de un equipo perdedor de tres finales del campeonato del mundo de fútbol.
La idea de perder no quiero contemplarla, pero de suceder, pensaré en el rival, al que habría costado tres intentos y en ese futuro que ahora, vemos más abierto.
Me alegraré por vosotros.
ResponderEliminarHasta yo que no soy muy futbolera, me alegro un montón de que hayan ganado esta sensación que provoca,es irrepetible.
ResponderEliminarUn besico
Yo creo que hoy todos nos hemos acordado de nuestros padres ausentes, aún habiéndonos quedado con las ganas de ver entregar la copa a Mandela. Bien por el deporte que es lo único que últimamente trae alegrías a nuestra maltrecha "piel de toro".
ResponderEliminarPues ¡hemos ganado! Me alegro por el equipo ( se lo ha merecido) y por los aficionados.
ResponderEliminar¡Felicidades!
Un abrazo.
¡enhorabuena porque ya han ganado!
ResponderEliminaryo también me he sentido muy dichosa con este triunfo.
¡que sentido lo de tu padre!, un pequeño gran homenaje
biquiños,
El primer mundial que tengo recuerdo es el de Alemania creo que en el 74,llevamos tiempo esperando,por fin se consiguio,aquella Holande de alemania y Argentina si que merecio el pensamiento en el rival,esta queda un pelin mas alejada,saludos.
ResponderEliminarNo soy nada futbolero, pero me ha emocionado que hayan ganado. Creo que la humildad y la dedicación y el trabajo duro han provocado mucha empatía en la gente. Me ha gustado. Saludos
ResponderEliminarSoy futbolero y he disfrutado este mundial. El partido contra Alemania, sobre todo, y la final por la emoción.
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